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MADRID. La idea de encerrar a doce personas en una casa y que huelan mucho a pies durante cuatro meses parecía que no iba a dar más de sí, pero pronto se encontraron nuevas vías de desarrollo. Si se sacaba a alguien de su entorno habitual y se le situaba en otro desconocido, haciendo lo que se supone que no debería hacer, el filón era inagotable. Eso ha llevado a personajes como el manager y exmarido de Norma de Duval a sobrevivir en playas perdidas arrancando lapas de las rocas para comérselas crudas o a reputadas modelos a criar cerdos en granjas con las piernas hasta la rodilla en una mezcla de barro y excrementos.

El colmo de estos formatos fue ‘Me cambio de familia', donde dos matrimonios de diferente extracción se intercambiaban las parientas, desgraciadamente no en clave de swapping o swingers, sino con el fin de enfrentarles, que gritaran, se peleasen y todo este tipo de comportamientos que forman y educan a los ciudadanos del mañana en nuestro país. Baste decir que una de las entregas más celebradas fue el cambio de una lesbiana nacionalista catalana por una ama de casa de Castilla-La Mancha nacionalista española. Es difícil volver a alcanzar las cotas de vergüenza ajena experimentadas en aquellos cuarenta minutos. Igual si se filma la salida de los diputados del Congreso antes de Semana Santa, pero ahí, ahí...

El caso es que siguiendo esta línea creativa, en Cataluña surgió hace unos años ‘Casal Rock', un docu-reality en el que un grupo de ancianos tenían que interpretar éxitos del rock, aparecer en videoclips y demás actividades propias del gremio rockero, de las que se excluyó el sexo con menores, como gustaba el bueno de Jimmy Page de Led Zeppelin, por alguna estúpida normativa europea, es de suponer.

La semana pasada se estrenó la versión para toda España de este programa. Si los catalanes pusieron al frente a Marc Parrot, conocido en todo el orbe por su pretérito alter ego "El chaval de la Peca", para la versión nacional han elegido al neo-rumbero por definición, Melendi, que ya había hecho sus pinitos en el casposo reality de Telecinco, La Voz.

Melendi era el típico tío simpático con rastas, siempre de buen rollito, que entre abracito y abracito, pone cara de osito para ver si la camarera sólo le cobra un poquito de la cuenta de siete copas que se ha tomado en un garito. Además, en su faceta artística, era un gran dominador de una de las habilidades más cotizadas en el pop español: el ripio inmisericorde. Sin embargo, a finales de la década pasada cambió el estilo de sus canciones a registros mucho más comerciales -sí, más comerciales que la rumba- y empezó a prodigarse por televisión. Pronto lanzará una OPA contra Gas Natural o algo de eso.

El Melendi que montaba pollos en aviones porque no le dejaban emborracharse en paz habría tenido cierto atractivo en un reality. Quién sabe, podría haber tenido una salida inesperada. Pero éste, la versión domesticada de un león que encima era manso, pues no tiene mucha enjundia. Parece mucho más apropiado Rosendo, por ejemplo, que según adelantaron aparecerá en próximas entregas.

En el estreno de ‘Generación rock' seleccionaron a los participantes. El problema de los ancianos de más de 70 años que van a interpretar himnos rockeros es que a uno no le apetece reírse de ellos como ocurre en otros concursos de canto y tontuna variada. Aunque eso no quiere decir que no falte vergüenza ajena. En un momento dado, una anciana leyó entre sollozos una emotiva poesía que le había dedicado a su marido fallecido para que la musicaran y a Melendi no se le cayó ni una sola lágrima, pero bien que fingió que lloraba. Pero la misma falta de emoción mostró la audiencia, el estreno se quedó en un 10% cuando venía del 36% que había marcado el encuentro de Champions entre la Juventus y el Real Madrid.

CACHITOS DE HIERRO Y CROMO

Dos días antes, otro nuevo programa musical en la televisión pública, en La2, también se dio un batacazo. ‘Cachitos de hierro y cromo' empezó el domingo pasado con un 3,7% (Redes hizo antes un 1,3 antes y Documentos TV otro 1,3 después) pero en la siguiente semana el espacio musical llegó sólo al 1%.

No obstante, ‘Cachitos de hierro y cromo' es mucho más interesante que la charlotada de los ancianos rockeros. Guionizado al alimón con Radio 3, en su primera entrega se dedicó a repasar los grandes éxitos de las cintas de casete de gasolinera. La presentadora, Virginia Díaz, dijo en su estreno que era un programa de música "sin que nadie se tenga que batir en duelo". Una buena declaración de intenciones.

El repaso fue memorable. Dejaron claro que mientras que La Movida madrileña, por ejemplo, ha pasado a la historia como algo legendario, en realidad en aquellos años los verdaderos superventas eran Los Chichos, Los Chunguitos, Chiquetete o Junco. El reportaje incluso se remontó muchos años atrás en nuestra música popular, a los años dorados de Antonio Molina, el Príncipe Gitano, Manolo Escobar, el mismísimo Tony Genil o Luis Lucena. De cuando le cantábamos a los emigrantes en Alemania y a los que dejaban el pueblo para levantar una chavola en el extrarradio de una gran ciudad, lo que llamaron ‘el milagro económico español', más o menos como el de hace quince años.

Aparecieron figuras como Bambino o María Jiménez en sus días dorados quien, según contaron, se describía a sí misma, con la característica precisión de su forma de emplear el castellano, como "Bambino pero con tetas". Aparentemente podría decirse que fue un programa memorable, pero también se le pueden poner muchos peros. Por ejemplo, no sonó una sola canción entera.

Y no sólo eso, de cada artista sólo se daban breves descripciones. Rótulos de dos renglones y a correr. Es una pena porque repasar, por citar a uno de los que más tiempo aparecieron en el programa, la trayectoria de Los Chunguitos, sus canciones -enteras a ser posible-, con ellos en un plató contando anécdotas iba a costar cero pesetas y si no daba mejores resultados de audiencia, al menos si tendría mayores estándares de calidad. Sería una hora para el recuerdo.

El problema es que en los tiempos que corren pedir programas culturales con un mínimo de profundidad es como pedir que los programas electorales no estén clavaos en un pincho en los váteres de las sedes de los partidos políticos. Hace pocos días El Boletín publicó que CCOO ha denunciado que el presidente de RTVE planea convertir Radio 3 en una emisora de radiofórmula que pueda competir con Los 40 Principales.

Por ahora es sólo una acusación, pero de Radio 3 ya se han caído muchos. Las últimas víctimas más dolorosas, ‘El Guirigay' de Paco Clavel y Luz Divina, o ‘El Este' de Maja Vasiljevic. El lugar de la música en nuestro país es el del concurso mide-egos y la mera payasada, curiosamente donde se encuentra también la política y buena parte de la ‘vida social'.